La publicidad es una herramienta sumamente efectiva para la comercialización de productos y servicios. Muchas veces esta estrategia, permite el incremento en las ventas y demandas por parte de los consumidores, posicionando a las empresas en un alto nivel de reconocimiento, otorgándoles cierto prestigio en el campo de los negocios.
Aunque esta técnica produzca grandes beneficios para las empresas, en realidad quienes resultan afectadas por todo el bombardeo publicitario son las personas que tanto adquieren los productos como las que forman parte de las mismas organizaciones.
Al estar en contacto directo con la publicidad, ya sea recibiéndola o trabajándola se crea una identidad con el producto. Podría ser normal arraigarse a un artículo, el dilema comienza cuando nuestro uso de la razón queda bloqueado ante los efectos publicitarios.
Entonces, es momento de prestar atención a los siguientes planteamientos: ¿Hasta qué punto la publicidad llega a ser benéfica para el ser humano? y ¿Las anomalías provocadas en la sociedad por este fenómeno dependen por completo de las industrias?
Para abordar con mayor claridad el tema, es necesario saber el significado de persuasión, así como sus componentes para comprender su funcionamiento. Por lo que podemos definir a la persuasión como el intento consciente por parte de la fuente de influir o motivar al receptor del mensaje para que crea o haga algo.
En este aspecto, la publicidad maneja un arma de doble filo al utilizar argumentos racionales y emociones irresistibles para atraer al público a través de mensajes persuasivos.
Siendo esta una de las respuestas del consumidor, desde mi punto de vista es la que llega a tener más peso dentro de este proceso, ya que se diseña para cambiar actitudes y comportamientos, con el fin de construir creencias.
Es muy interesante estar dentro del núcleo afectado, ya que jugamos dos papeles: uno el del analista de la situación y otro el del mismo ser seducido por la publicidad. Muchos logramos sobrevivir y nos mantenemos al margen, pero otros se pierden en el mundo de las marcas, considerándolas como parte esencial de sus vidas.
El hombre actúa de acuerdo a una realidad preestablecida por las empresas, crea una dependencia directa y por esto mismo la alimenta con las nuevas e innecesarias demandas.
Posiblemente, esto no sea
sencillo de entender y mucho menos de estudiar, todo depende de la perspectiva
de cada individuo.
Para que la persuasión sea eficaz es necesario que tenga un desarrollo adecuado en cada uno de sus elementos. A continuación conoceremos cada uno de ellos:
Para que la persuasión sea eficaz es necesario que tenga un desarrollo adecuado en cada uno de sus elementos. A continuación conoceremos cada uno de ellos:
Actitudes.- Son las disposiciones mentales para reaccionar ante una situación de una forma determinada.
Pueden ser positivas, negativas o
neutrales. Cual sea el tipo de actitud, estas se encargan de motivar a la gente
a actuar o a no actuar.
Argumentos.- Usan la lógica, razones y pruebas para dar un punto de vista y construir una convicción.
Motivación.- Es lo que impulsa a un individuo a actuar de cierta manera. La publicidad y otras áreas de comunicación de marketing se encargan de intensificar el nivel de motivación de los consumidores.
Convicción y preferencia.- Estos dos términos van de la mano, la convicción es cuando se cree que algo es cierto y la creencia la indican los consumidores al desarrollar una preferencia o una intención por probar o comprar un producto.
Lealtad.- Se mide tanto con una actitud como con compras repetidas, es una respuesta importante que se cruza entre pensamiento, sentimiento y acción, y que se construye sobre la satisfacción del consumidor. Aquí es donde se genera la defensa y recomendación de la marca.
Ahora que conocemos con detalle
los factores de la persuasión, ¿Son en su totalidad malos para el consumidor?
No, me atrevo a dar esta respuesta porque todo depende de la educación.
Como bien dijo Albert Einstein “Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”.
Como bien dijo Albert Einstein “Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”.
La formación es la que nos
ayudará a tomar decisiones en un futuro y las experiencias nos harán crecer.
Existe una diversidad de pensamientos y deben ser respetados, la autenticidad
enriquece nuestra cultura.
En la actualidad, esto no es válido, nos dejamos llevar por la ignorancia y buscamos pertenecer a un grupo, en automático nos etiquetamos. Compramos y gastamos sin saber muchas veces lo que estamos adquiriendo, pero mientras uno haga lo mismo que los demás todo está bien.
Las empresas abusan de esto y por mantenerse en la competencia del comercio buscan diferentes estrategias para obtener clientes de una manera sencilla y económica.
No se ponen a pensar en el daño que le puedan hacer a una persona al difundir una idea errónea, simplemente atacan los puntos débiles de una comunidad, piensan en “masa” y al ser aceptadas y bien recibidas sus técnicas continúan aplicándolas sin ningún problema.
La realidad suele ser irónica, entre mayores ganancias tenga un negocio, mayor será la destrucción de su componente principal, el consumidor.
La publicidad es ágil y actúa de forma silenciosa, nos ofrece la última novedad, interactuamos con ella y después de esto no podemos sacarla de nuestra mente. Nos sentimos tan atraídos por lo material, que llegamos a imprimirle toda la confianza a un simple objeto. La inteligencia del hombre se pierde ante la complejidad de nuestro entorno y en vez de romper con los parámetros preferimos seguir sumergidos en los intereses ajenos.
¿Por qué nos dejamos engañar? O más bien ¿Por qué nos engañamos a nosotros mismos?, sabemos perfectamente que la publicidad busca impresionarnos para incrementar las ventas; atarnos y cegarnos, depende de uno.
En conclusión somos los únicos que podemos ponerle un alto a esta situación, aceptando o rechazando lo que sea necesario o innecesario. La publicidad no es la villana en este problema, el que provoca el daño es el hombre. Si en realidad somos seres pensantes, demostrémoslo.
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