En
México, los medios de comunicación han adquirido un marcado protagonismo en la
sociedad, por lo que se les ha brindado un lugar dentro de la jerarquía de
dominio, encontrándose estos dentro del cuarto poder.
Esto
se origina, debido a la influencia que tienen sobre las personas, modificando o
nutriendo la opinión pública, todo depende del tratamiento que se le dé a la
información.
Al
no existir mecanismos que autorregulen el ejercicio profesional en nuestro
país, la manipulación de la información suele hacerse más notoria y provoca
graves problemas en la comunicación social y democrática.
En
América Latina, diversos países han buscado mejorar esta situación adquiriendo
la institución del Ombudsman, idea que los ha llevado hacía un progreso,
mantenimiento y fortalecimiento del bien informativo.
Por
ejemplo, Perú es uno de los países que ha acuñado este arquetipo, creando mecanismos de autorregulación que se dividen en mecanismos
generales a nivel profesional, mecanismos internos desde los propios medios y
otros mecanismos.
Es necesario
dejar en claro lo que Ombudsman significa, este concepto se refiere a la
persona que investiga y recibe las quejas de los consumidores, al igual que
sirve de intermediario entre los receptores y los emisores de un medio.
Sus
orígenes se remontan al siglo XVI y es una contribución de Suecia a la defensa
universal de los derechos humanos.
Esta
figura representativa dentro de una organización, tiene la función de otorgarle
independencia, libertad, justicia y verdad a la información. Para lograr esto,
se requiere de un arduo proceso, en el que el Ombudsman revisa y selecciona el
material de cada uno de sus colaboradores, con el fin de mostrar una excelencia
profesional ante los lectores.
Gracias
a estas acciones, la organización mejora su calidad informativa y ofrece ante
la comunidad una buena imagen al medio. Como resultado, surge la
efectividad gracias a la sinergia entre
el medio y la audiencia.
Dentro
de los beneficios que otorga el Ombudsman, podemos encontrar la auto crítica el
diálogo interno, la independencia, la calidad moral, la autonomía, la eficacia
al ciudadano y la representación de los lectores.
Pero
lo que realmente nos importa es la situación de México, está más que claro que
la implementación del Ombudsman requiere de un mayor esfuerzo, tanto del
gobierno como de la sociedad y nosotros estamos muy lejos de este ideal.
Lamentablemente,
en nuestro país no existen alternativas que nos permitan fortalecer a los
medios, todo lo contrario se desea hacer de ellos simples aparatos vacíos de
razón y llenos de mentiras.
La
situación está así, los medios rechazan las críticas y no las atienden, lo que
deriva la poca cultura profesional.
Tan
acostumbrados estamos a la deficiencia, que al momento de querer promover nuevos proyectos, nos mostramos renuentes ante ellos por la falta de
credibilidad.
El
camino por recorrer para llegar a formar el modelo del Ombudsman en México es
muy largo más no imposible, se necesita de compromiso y dedicación.
No
es tarea de una sola persona, es la unión de todo el país para progresar juntos
y avanzar grandes distancias con el mismo fin.
Para
concluir, puedo decir que el defensor de la audiencia es sumamente eficaz para
el adecuado funcionamiento de cualquier entidad, pero quien esté a cargo debe responsabilizarse
con su tarea. Y la
preparación no consiste únicamente en el tratamiento de la información, sino en
crear un agradable ambiente laboral.
Se trata de un líder nato que provea de
herramientas para la formación del criterio de la audiencia y de sus
trabajadores.
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